La felicidad nos hace más sociables y altruistas. Teniendo en cuenta todos los beneficios de la felicidad no es extraño que sea tan perseguida y adorada. Cuando nos sentimos felices el mundo nos gusta, las personas nos encantan y gustamos más a los demás. Los conflictos parecen menos conflictos y nos hacemos fuertes. Hasta el sistema inmunitario se beneficia y nos resfriamos menos. La cuestión es que la felicidad más está relacionada con aspectos sencillos de la vida que con grandes cosas. Si preguntamos a cualquier ser humano qué necesita para ser feliz, seguramente nos dirá que más dinero, pero algunos estudios llevados a cabo con personas que les ha tocado grandes sumas a la loteria, demuestran que no es así.
No es que no se sienta uno feliz si le toca un dinero extra, sino que la sensación de felicidad por esta razón tiende a desvanecerse acostumbrandonos a la nueva situación y regresando al nivel de felicidad anterior. Parece demostrado que la felicidad se relaciona más con cosas cotidianas y sencillas, así que repasemos qué incorporar a nuestra vida. Lo primero es la forma de pensar, que trataremos más adelante. Aunque hay que adelantar ya que el primer escalon es que hay que elevar el nivel de conciencia sobre lo que pensamos acerca de lo que nos pasa. Otra cosa buena es divertirse y distraerse, con la familia, amigos, pareja e incluso en el trabajo. Sé amable y generoso, que también tiene efectos gratificantes. Practica el perdón con las personas cercanas y observa que sucede en ti. Y finalmente se agradecido. Está demostrado que las personas más hábiles en detectar todas las cosas que hay en su vida, es decir lo que tienes que agradecer, se centran más en la abundancia que en la escasez. Sé feliz.
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